martes, 5 de mayo de 2015

La piel sensible

  

La piel sensible es una piel reactiva y con baja tolerancia a las agresiones externas. Este cutis suele presentar un aspecto terso y luminoso en la juventud, libre de impurezas o granitos, pero una vez comienzan a cumplir años, desarrollan todos sus síntomas de hipersensibilidad.

La piel sensible no presenta un escudo compacto, ya que muestra una barrera cutánea deficiente y permeable, lo que permite que los agentes irritantes penetren con facilidad. Esta barrera insuficiente permite, además, la evaporación del agua de la piel, lo que contribuye a que se deshidrate y seque con facilidad.

La piel sensible no es necesariamente una piel alérgica, aunque puede ser más frecuente la presencia de eccemas de contacto de origen inmunológico que otras pieles.

Clínicamente es una piel inestable, alternando episodios de normalidad con otros de irritación con enrojecimiento, sequedad e incluso descamación y erupciones. Aunque es más frecuente en la región facial también se da en escote y otras zonas como las extremidades o cuero cabelludo. Los episodios se desencadenan por exposición al sol, frío, sequedad ambiental o por la aplicación de cosméticos y perfumes.

La piel puede ser sensible sin más o formar parte de una patología dermatológica específica como la rosácea, en cuyo caso hay episodios de vasodilatación intensa, capilares dilatados e incluso pústulas.

En otras ocasiones, el paciente tiene historia de atopía respiratoria (rinoconjuntivitis polínica, asma, eccemas en localizaciones típicas) y se trata de un caso leve de dermatitis atópica.

También las pieles grasas pueden ser sensibles como en el caso de la dermatitis seborreica y el acné tratado agresivamente o después de un tratamiento con isotretinoína. Esto último es lógico ya que el tratamiento produce cierta atrofia de las glándulas sebáceas que son las encargadas de lubricar la piel.

La piel sensible necesita muchos más cuidados que las pieles normales

La piel sensible necesita muchos más cuidados que las pieles normales

La piel sensible necesita mucha más atención que cualquier otra, por eso es necesario tomar ciertas medidas a la hora de llevar a cabo su limpieza y su hidratación.

Para que la piel sensible luzca de la mejor forma posible debemos empezar no por los productos químicos o cosméticos, sino por la alimentación. Se deberían incluir ciertos alimentos ricos en vitamina C (kiwis, naranjas), se debe reducir o eliminar el consumo de bebidas alcohólicas así como el de alimentos picantes o que contengan especias.

La piel sensible suele reaccionar de forma no deseada a los cambios buscos de temperatura, por lo que es necesario evitar los lugares demasiado calientes y húmedos, como los baños de vapor o saunas, ya que los cambios de temperatura suelen romper los vasos capilares causando un enrojecimiento en las mejillas.

Esta piel debe limpiarse con jabones muy suaves sin detergentes (syndet) para mantener el manto hidrolipídico de la piel y protegerla frente a las agresiones. Lo ideal son las leches limpiadoras, las aguas y las texturas tipo mousse. Posteriormente se puede aplicar una pulverización de agua termal.

Después hay que hidratar abundantemente con cremas hidratantes para pieles sensibles, que poseen un alto contenido en grasa que ayuda a reconstituir el manto hidrolipídico con formulas hipoalergénicas, es decir, con pocos ingredientes, sin perfumes, sin conservantes y sin alcohol.

Por supuesto, hay que protegerse bien del sol. Si la piel muestra intolerancia a los filtros químicos existen protectores con agentes físicos que no dan problemas y son más eficaces aunque cosméticamente son menos aceptables.

Las cremas con ácidos frutales (AHA’s), retinol o cualquier otro tipo de sustancia exfoliante resultan contraproducentes en los cutis sensibles, y pueden derivar en molestias, irritación e incluso cuperosis.

Igualmente hay que tener cuidado con los tratamientos cosméticos. Existen excelentes tratamientos antiedad que, siendo muy recomendables para ciertas pieles fotoenvejecidas, pueden irritar y dañar el cutis sensible en exceso, ya que pueden resultar demasiado agresivos. Las pieles frágiles deben optar por técnicas no agresivas; son preferibles por tanto los tratamientos con láser tipo luz pulsada intensa que los peelings.

La luz pulsada tiene un efecto estimulador de la piel y mejora las pieles vasodilatadas. La combinación del IPL con mesoterapia de ácido hialurónico o plasma rico en plaquetas mejora notablemente las piles sensibles de cara y escote.


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