martes, 12 de mayo de 2015

Alimentación y Silueta

El peso y la cantidad corporal de masa grasa dependen de un equilibrio entre el gasto energético del cuerpo y las ganancias energéticas obtenidas con la alimentación. Un desequilibrio positivo (es decir, cuando la ganancia es mayor que el gasto energético de forma mantenida en el tiempo), produce un depósito del excedente de energía en forma de materia grasa y ganancia de peso.

En general los depósitos de grasa tienden a establecerse según unos patrones bien definidos aunque de forma no totalmente explicada. Las mujeres tienden a adquirir un mayor depósito referido a zonas claramente femeninas como son los glúteos, caderas y muslos (depósito ginoide o periférico), y los varones en regiones centrales como es el tronco y el abdomen (depósito androide o abdominal).


Las mujeres tienden a adquirir depósitos de grasa en glúteos, caderas y muslos

Las mujeres tienden a adquirir depósitos de grasa en glúteos, caderas y muslos.


La razón entre las diferencias entre estas dos distribuciones no está del todo establecida. Entre las causas referidas para la diferencia en dicha distribución determinada previamente destacan la influencia de las hormonas femeninas y las masculinas sobre las diferentes zonas (depósito central de predominio masculino, y depósito periférico, bajo la influencia de las hormonas femeninas); así, varones que tienen deficiencia prolongada de hormonas masculinas pueden tener acúmulos de grasa con un patrón femenino. También se observan patrones familiares de distribución de grasa (sobre todo para acúmulos a nivel abdominal).


Otra influencia en la diferente distribución de grasa corporal, de gran importancia en la actualidad, radica en diferentes alteraciones hormonales (parece que por resistencia a la insulina e incremento de la misma en sangre) y metabólicas que determinan lo que se conoce como síndrome metabólico (acúmulo abdominal de grasa, diabetes, hipertensión, hipercolesterolemia, gota, etc.) aunque no se conoce si el depósito graso a nivel abdominal es la causa o la consecuencia de las mismas. También la distribución diferenciada puede observarse en personas bajo tratamiento con algunos medicamentos (como por ejemplo algunos antirretrovirales utilizados en el tratamiento intensivo del VIH).


Una mala alimentación (desequilibrada, con grandes periodos de ayuno e ingestas abundantes posteriores, picoteo continuo, o la hiperalimentación) o la falta de ejercicio físico y el sedentarismo dan lugar a un mayor acúmulo de grasa. Sin embargo, el acúmulo se realiza de forma generalizada y su depósito mayor se efectuará según ese patrón previamente determinado como antes se ha explicado. Por decirlo de otra manera, el consumo de un determinado alimento no es capaz de provocar un acúmulo exclusivo en una zona.


Evidentemente, la falta de utilización de un grupo muscular (por ejemplo los glúteos) da lugar a una falta de tono y tensión de dichos músculos, lo que produce una apariencia de mayor volumen graso; por el contrario, el trabajo continuado de una zona muscular provoca una mayor tonicidad y firmeza de la zona sobre la que asientan. Cuando el trabajo muscular se realiza de forma aeróbica y generalizada se produce un incremento del gasto energético y disminución de la masa grasa que no es exclusiva de una zona determinada.


De la misma forma, no hay que olvidar la presencia de celulitis (condición propia de la mujer, de predominio en las zonas femeninas, y con una incidencia de hasta en el 98% de la población femenina), que puede condicionar a un incremento de la sensación de volumen en caderas muslos y glúteos, y a un secundario acúmulo de grasa por una alteración de la circulación y el drenaje de toxina en dichas zonas; las maniobras encaminadas a mejorar las causas que empeoran la celulitis (evitar ropas ajustadas, mejora del tránsito intestinal, corrección postural, eliminación de cafeína, alcohol y tabaco, etc.) o las técnicas que disminuyen el grado de celulitis (mesoterapia, radiofrecuencia, carboxiterapia, endermologie, etc.) pueden facilitar ligeramente la reducción de grasa a nivel local.


Una dieta adecuada, rica en verduras y frutas, protege contra el exceso de peso y el acúmulo graso

Una dieta adecuada, rica en verduras y frutas, protege contra el exceso de peso y el acúmulo graso.


La realización de una adecuada alimentación, rica en verduras y frutas (se recomienda la ingesta de 5 raciones diarias como mínimo), legumbres y cereales, pescados y en menor cantidad de carnes y grasas, dividida en 4-6 ingestas de moderada cantidad, el consumo de bebidas libres de azúcares y con poco gas (a fin de evitar la hichazón abdominal por exceso de gases), así como mantener un estilo de vida activo con la práctica de actividad física ligera o moderada (con predominio de aquellas actividades que ponen en funcionamiento grandes grupos musculares de forma continua y aeróbica) desde la infancia protegen contra el exceso de peso y el acúmulo de grasa tanto localizado como generalizado.


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